La vía biliar es un conjunto de ductos intra y extrahepáticos por los que discurre la bilis producida en el hígado hasta desembocar en la segunda porción del duodeno.
La bilis es necesaria para la digestión de los alimentos, contiene sales biliares formadas a partir del ácido glicocólico y ácido taurocólico, que derivan de la molécula de colesterol.
Cada porción hepática tiene su conducto biliar (derecho e izquierdo); ambos se funden en un conducto hepático común, que se une al conducto cístico, para formar el conducto colédoco encargado de llevar la bilis hasta la porción descendente del duodeno.
La vesícula biliar está situada en la fosa de la vesícula biliar, en la cara visceral del hígado. Tiene un fondo, cuerpo, infundíbulo y cuello que se continúa con el ducto cístico. La túnica mucosa es sumamente irregular, en forma de panal de abeja, antes de continuar con el ducto cístico.
La bilis, a partir de la unión entre el conducto cístico y el ducto hepático común, sigue por el ducto colédoco que discurre por el borde libre del momento menor. Prontamente se coloca por detrás de la porción superior del duodeno, atraviesa la cabeza del páncreas para drenar finalmente en la porción descendente del duodeno en la papila duodenal unido al ducto pancreático. La arteria hepática derecha emite la arteria cística destinada a la irrigación de la vesícula biliar. Las relaciones entre la arteria cística y el ducto cístico son de importancia quirúrgica en la extirpación de la vesícula biliar (colecistectomía).