La cirrosis es la cicatrización y el funcionamiento deficiente del hígado. Es la última fase de la enfermedad hepática crónica.
El tejido cicatricial reemplaza el tejido sano del hígado y evita que el hígado funcione normalmente. A medida que la cirrosis empeora, el hígado empieza a fallar.
La cirrosis se trata de una enfermedad degenerativa acelerada del parénquima hepático, que no consigue sostener la funcionalidad del hígado, al crecer de forma inapropiada hepatocitos que sin sus adecuados conductos de drenaje, y agravado por la fibrosis intersticial interlobulillar estromal, terminan produciendo insuficiencia hepática progresiva.
La cirrosis es la mayoría de las veces el resultado final de daño crónico hepático causado por una enfermedad prolongada del hígado.
La cirrosis puede ocasionar complicaciones cardiovasculares.
Las causas más comunes e importantes de la cirrosis son:
Etilismo crónico.
Hepatitis crónicas víricas, especialmente la hepatitis C, y en menor medida la hepatitis B
Medicaciones o fármacos de ingesta crónica, que terminan comportándose como daño alcohólico.
Esteatohepatitis en relación a hígado graso causado por obesidad o trastornos metabólicos.
Es posible no tener signos o síntomas de cirrosis hasta que el hígado está muy dañado.
Los síntomas tempranos de la cirrosis:
Te puede sentir cansado o débil
Poco apetito
Pérdida de peso sin intentarlo
Náuseas y vómito
Dolor leve o molestia en la parte superior derecha del abdomen