La fibrosis en el hígado, también conocida como fibrosis hepática, es un proceso en el que el tejido cicatricial (fibroso) se acumula en el hígado como resultado de una lesión crónica o inflamación prolongada en este órgano. El hígado es un órgano vital que realiza muchas funciones esenciales en el cuerpo, como la metabolización de nutrientes, la eliminación de toxinas y la producción de proteínas importantes. Cuando el tejido hepático normal se reemplaza por tejido cicatricial, el hígado puede perder su capacidad de funcionar adecuadamente.
La fibrosis hepática suele ser una respuesta a daños continuos y repetidos en el hígado, y puede ser causada por varias condiciones médicas, entre ellas:
La fibrosis hepática es un proceso progresivo. En sus etapas iniciales, es posible que no cause síntomas evidentes, pero a medida que avanza, puede dar lugar a cirrosis hepática, una condición más grave en la que el hígado está severamente dañado y con cicatrices. La cirrosis puede llevar a insuficiencia hepática, que es potencialmente mortal.
El diagnóstico y el tratamiento tempranos son esenciales para prevenir la progresión de la fibrosis hepática. Esto a menudo implica el control de la causa subyacente, como el tratamiento de la hepatitis viral, la abstención del alcohol o el manejo de enfermedades metabólicas. Los médicos pueden evaluar la gravedad de la fibrosis hepática mediante pruebas de imagen, biopsias hepáticas o análisis de sangre específicos. En algunos casos, puede ser necesario un trasplante de hígado si la cirrosis es avanzada y el hígado no puede cumplir sus funciones.