La hepatitis C es una enfermedad infecciosa que afecta principalmente al hígado, causada por el virus de la hepatitis C.
La infección aguda por lo regular es asintomática, y la infección crónica puede producir lesión en el hígado y a la larga originar cirrosis. En algunos casos, los pacientes con cirrosis también presentan insuficiencia hepática, cáncer de hígado y varices esofágicas potencialmente fatales.
La hepatitis C se contrae principalmente mediante el contacto con sangre contaminada asociado con el consumo de drogas por vía intravenosa, el uso de instrumental médico no esterilizado y las transfusiones de sangre no testadas previamente. Rara vez también puede contagiarse por sexo desprotegido con una persona infectada, si existe sangrado.
Síntomas de la hepatitis C
La infección de hepatitis C presenta síntomas agudos en el 15 por ciento de los casos y suelen ser leves y poco claros, como: disminución del apetito, cansancio, náusea, dolor muscular o de las articulaciones y pérdida de peso, y rara vez llega a ocasionar fallo hepático fulminante. Síntomas que pueden experimentar algunas personas:
Síntomas gripales (dolor de cuerpo, fiebre, diarrea o náuseas)
Cansancio extremo
Falta de apetito o pérdida de peso
Orina de color amarillo oscuro
Evacuaciones claras
Dolor de estómago
Ictericia (coloración amarillenta de los ojos y la piel)
En muchos casos de infección de hepatitis C aguda, esta desaparece espontáneamente, lo cual ocurre en particular en mujeres jóvenes.