La presencia de parásitos internos se diagnostica mediante una anamnesis (entrevista médica), exploración, análisis de sangre y de heces y pruebas de imagen como la ecografía, el TAC o la resonancia magnética.
Dependerá del tipo de parásito, aunque, en general, el tratamiento de estos es antibiótico. Este tratamiento debe estar prescrito por un médico tras un examen que confirme su presencia. En algunos casos puede ser necesaria la intervención quirúrgica, por ejemplo, si sufrimos la hidatidosis.
En cualquier caso, el mejor abordaje terapéutico de estas infecciones es la prevención. Sencillos gestos como los siguientes pueden evitar que suframos parásitos intestinales.
Lavarse frecuentemente las manos, sobre todo, antes de las comidas y después de ir al baño
Llevar las uñas cortas y limpias
Lavar minuciosamente frutas y verduras
Cocinar bien los alimentos, sobre todo, las carnes
Beber agua potable y en zonas de riesgo o si dudamos, solo embotellada
Mantener una buena higiene corporal
Lavar las prendas interiores, la ropa de cama y la que nos hemos comprado con agua caliente
Llevar al día la cartilla de desparasitación de nuestras mascotas
Limpiar el baño a fondo
Evitar que las moscas se posen en los alimentos