El hígado es un órgano esencial en el metabolismo del organismo. En especial para el metabolismo de carbohidratos y grasas. De ahí el gran impacto metabólico y patológico de problemas crónicos producidos en el hígado, como es el caso de la enfermedad por hígado graso.
La obesidad se caracteriza principalmente por un exceso de adiposidad que, a largo plazo, tiende a acumularse en diversos órganos como el propio hígado. Además, las personas obesas suelen presentar una inflamación crónica de baja intensidad, la cual, a su vez, puede repercutir de manera negativa en la función del hígado.
La obesidad también suele caracterizarse por alteraciones en la microbiota intestinal, es decir, en la población de bacterias presentes en nuestro tracto gastrointestinal. Y eso añade dificultades a la fisiología y función del hígado.
En el caso de los pacientes obesos con hígado graso, la mejor intervención para mejorar es una pérdida considerable de peso, de en torno al 10%. Esta pérdida de peso puede ser muy dificultosa para estos pacientes, sobre todo para aquellos con obesidad severa. Por ello, en estos casos se suele recurrir a un tratamiento quirúrgico denominado cirugía bariátrica.