¿Quién no se ha alarmado cuando el médico le ha dicho que debe hacerse una colonoscopia? Al miedo a recibir un diagnóstico desfavorable se une la incomodidad de la preparación para hacerse la prueba y el riesgo a una eventual complicación.
Pero la colonoscopia es una técnica endoscópica extremadamente útil, precisa y segura. La empleamos para esclarecer la causa de muchos síntomas digestivos: diarrea, dolor abdominal, estreñimiento, sangrado intestinal, etc. Las complicaciones asociadas a esta prueba (perforación intestinal y hemorragia) son muy infrecuentes, y se efectúa bajo sedación para garantizar el confort del paciente.
Además de su utilidad diagnóstica, la colonoscopia se emplea para prevenir el cáncer colorrectal en diferentes grupos de personas, aunque estos no tengan ningún indicio de padecerlo.
Existen algunas personas especialmente predispuestas a desarrollar un cáncer colorrectal en base a su historia familiar o, más aún, a su carga genética. Aunque poco numeroso, este colectivo es de los que más se pueden beneficiar de estrategias preventivas, consistentes en estudios genéticos y la realización de colonoscopias.