Las válvulas mecánicas tienen una estructura metálica de gran resistencia, de un tejido de fibra artificial de teflón circular, y de uno o dos discos metálicos generalmente formados por titanio y carbón pirolítico, un material extraordinariamente resistente al desgaste y a las roturas.
El principal beneficio de las prótesis valvulares mecánicas es que están compuestas por un material de una gran durabilidad, por lo que no hay un “desgaste” (deterioro estructural).
Existen diferentes modelos de válvulas de uno o dos discos. Los discos se insertan en bisagras que reciben un jet de lavado y permiten la generación de tres orificios efectivos maximizando el flujo. De esta forma la válvula artificial cumple con la función de la válvula natural, que consiste en abrirse para dejar pasar la sangre, y cerrarse para evitar que ésta fluya hacia atrás.
Este tipo de válvula se denomina mecánica debido a que todas sus piezas son fabricadas industrialmente. Existen varios modelos de válvulas mecánicas, que varían según el cirujano que las ha desarrollado y el laboratorio que las fabrique.
Las primeras válvulas artificiales consistían en una pequeña bola que subía para abrirse y bajaba para cerrarse. Luego aparecieron las válvulas de disco, en las que éste estaba fijado a la estructura metálica, y se abría y cerraba como si se tratase de una puerta.
La siguiente generación fueron las válvulas de disco pivotante. Actualmente existe también un modelo de válvula que dispone de dos medias partes de disco, con lo que se consigue una mayor apertura para dejar pasar la sangre.
Las válvulas mecánicas tienen un inconveniente o desventajas que hay que destacar y es que los pacientes portadores de prótesis mecánicas precisan la administración de anticoagulantes de forma permanente, es decir, deben conseguir que la coagulación de su sangre se reduzca enormemente, lo cual tiene también sus riesgos.