Los problemas cardíacos y neuronales, son riesgos asociados a la apnea del sueño, y es que dormimos por la noche para poder estar despiertos durante el día y porque estamos activos y despiertos durante el día, necesitamos dormir.
El sueño es una necesidad básica del organismo que permite restablecer nuestras necesidades físicas y psicológicas.
Durante el sueño, estamos inconscientes, pero las funciones del cerebro y del cuerpo continúan activas. Una de las funciones principales del sueño es regular la temperatura corporal, como si fuera nuestro “termostato”, para mantener la temperatura que necesita el organismo en cada momento y poder realizar los procesos metabólicos u hormonales fundamentales.
Sin este control de la temperatura corporal el organismo moriría. De ahí la importancia de tener un buen sueño.
Sin embargo, hay personas tienen problemas para iniciar o mantener el sueño.
La luz, el ruido o utilizar dispositivos móviles antes de dormir, pueden ser motivo para no conciliar el sueño.
Cuando no se duerme bien, la consecuencia más normal es la de sentirse cansado, sin embargo no es la única.
Un sueño de “mala calidad” puede afectar a la salud mental y física. Los trastornos más frecuentes son: el insomnio, cuando no se puede dormir; el síndrome de apneas-hipopneas, cuando la respiración se detiene durante 10 segundos o más durante el sueño; el síndrome de piernas inquietas, una sensación de hormigueo o punzadas en las piernas unido a una fuerte necesidad de moverlas; hipersomnia, no poder mantenerse despierto durante el día; parasomnia, realizar acciones como hablar, comer o caminar durante el sueño.
Apnea del sueño
La apnea del sueño es uno de los trastornos más graves ya que la respiración se detiene y vuelve a comenzar repetidas veces mientras dormimos. Esto hace que aumente el riesgo de problemas vasculares tanto en el corazón como en el cerebro.
Hay evidencia científica que relaciona las apneas durante el sueño con un aumento del riesgo de cardiopatía isquémica, arritmias e ictus.
Existen diferentes tipos de apneas, la más común, ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan y no dejan pasar el aire, por lo que el nivel de oxígeno en la sangre disminuye, entonces el cerebro detecta que no se puede respirar y da la orden de despertar para que se abran la vías aéreas, es la apnea obstructiva del sueño.
Otro tipo es la apnea central del sueño, que sucede cuando el cerebro no envía las señales correctas a los músculos que controlan la respiración, esto significa que no se hace ningún esfuerzo para respirar durante un periodo de tiempo corto, es el tipo de apnea menos frecuente.
Si se suceden los dos tipos de apnea, se produce el síndrome de apnea del sueño compleja.
Los signos más frecuentes de sufrir apnea del sueño son ronquidos fuertes; jadeos al respirar durante el sueño; despertarse con la boca seca; dolor de cabeza por la mañana; insomnio; sensación de sueño durante el día; dificultad para prestar atención o irritabilidad.
La apnea provoca un descenso de los niveles de oxígeno en sangre y por tanto un aumento de la presión arterial y una sobrecarga en el sistema cardiovascular.
Esto hace que el riesgo de ataque cardíaco aumente, así como posibles accidentes cerebro-vasculares, o latidos anormales del corazón como arritmias o fibrilación auricular.
DE EFE