La prueba de esfuerzo consiste en un examen de la resistencia física a través de diversos ejercicios que sirven para valorar el pronóstico de una enfermedad cardiaca en estudio o ya diagnosticada. No existe una única prueba de esfuerzo, sino que el médico la adaptará a cada persona en función de los síntomas que presente, su estado físico, la actividad que desencadena los síntomas, etc.
Al igual que en el caso del electrocardiograma (ECG), se aconseja no realizar ejercicios físicos intensos, ni subir escaleras de forma apresurada debido a que podrían aumentar el latido cardíaco, alterando los resultados de la prueba.
Es aconsejable ir vestido con ropa holgada y cómoda, y calzado apropiado (zapatillas de deporte o similar) para poder andar o correr.
Es importante que por lo menos 8 horas antes del estudio no fumes y también deberías evitar la ingesta de bebidas alcohólicas, cafeína y otros excitantes. Respecto a las comidas, no debemos ir en ayunas a hacer una prueba de este tipo porque nos puede dar una lipotimia.
Si la prueba se hace por la mañana, que la persona haya desayunado, y si es por la tarde, que haya pasado al menos hora y media desde que ha comido.
Se colocan unos electrodos adhesivos en el tórax (si existe vello es necesario su rasuración) que van conectados al equipo y, siguiendo las instrucciones, debes andar o correr sobre una cinta rodante o bicicleta estática.
Durante el esfuerzo se registrará el electrocardiograma y se tomará la presión arterial. Lo normal es que te hagan un electro previo al inicio de la prueba, varios durante y otro al final hasta que te recuperes del esfuerzo físico. Al mismo tiempo se registra la frecuencia cardiaca y las cifras de tensión arterial durante la prueba. En total, la duración de la prueba suele ser de 6 a 12 minutos.
Se suele utilizar el protocolo de Bruce, en el que cada tres minutos aumenta la pendiente y la velocidad de la cinta (dura de 8 a 12 minutos) o el protocolo de Naughton, más suave e indicado para pacientes con insuficiencia cardíaca.
La intensidad del ejercicio (velocidad y pendiente) irá aumentando progresivamente hasta llegar a un valor de frecuencia cardíaca preestablecido para tu edad. Así, en personas que no hacen ningún tipo de deporte o en personas mayores, es posible que la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y los parámetros que el médico mide lleguen a un nivel suficiente para confirmar o descartar sus sospechas cuando todavía estén caminando y no sea necesario correr. Se parará si aparece un síntoma significativo (dolor en el pecho, fatiga o falta de aire), si no puedes continuar o hay cambios en el ECG.
Si tomas alguna medicación es importante que lo digas antes y durante la prueba debes comentar cualquier cosa que sientas (fatiga, cansancio, dolor en el pecho, palpitaciones, disnea, etc). Algunas personas pueden sentir dolor torácico y otras sensaciones de desmayo durante el examen, pero son raras las complicaciones graves durante la prueba. Además los riegos están controlados ya que se realiza en presencia de un cardiólogo y con el equipo adecuado que puede intervenir ante cualquier eventualidad.
Si durante la realización se presenta angina, se dice que la prueba ha sido clínicamente positiva (en caso contrario, la prueba se considera clínicamente negativa).