Los parásitos son organismos vivos que viven de otra especie. Pueden hacerlo desde la superficie, por ejemplo, los piojos o los ácaros, o desde el interior, ejemplo de ello es la conocida tenia, un gusano que coloniza el intestino. Hay parásitos benignos, pero hay otros que pueden provocar enfermedades muy graves. La infección por parásitos intestinales es mucho más habitual de lo que pensamos.
Existen varios tipos de parásitos intestinales. «Cuando hablamos de parásitos intestinales se nos viene a la cabeza la famosa tenia (Taenia saginata) o las temidas lombrices como son Ascaris lumbricoide o los oxiurios , que son los más comunes. Sin embargo, no todos los parásitos intestinales son lombrices, la mayoría son microorganimos (bacterias, amebas, protozoos…) como puedan ser la Giardia lamblia, Blastocistis hominis o la Entamoeba histolyca.
¿Cuáles son las vías de transmisión?
La vía de transmisión es tan variada como la diversidad de parásitos que existe. Aunque la forma más común de contagio es ano-mano-boca. De ahí la importancia de lavarse bien las manos después de ir al baño, ya que muchas veces las personas infectadas se autoinfectan facilitando la proliferación y que cada vez haya más parásitos en su intestino.
Otra manera de contagiarse es mediante alimentos, por ejemplo, vegetales regados con aguas contaminadas (aguas fecales). Por eso es tan necesario lavar bien la verdura. Sea del tipo que sea. Es más, pensar que las hortalizas de un huerto ecológico no son necesarias es un grave error que puede traer consigo la infección por parásitos.
La otra vía de transmisión es la de los animales domésticos infectados, como perros o gatos, y que no estén correctamente desparasitados.
Por otro lado, existen otros parásitos de los que se contagian por la picadura de un mosquito, y que son los responsables de la malaria o paludismo. Estos no son intestinales, pero hay que tener en cuenta que es esta enfermedad es la causante de la mayoría de muertes por parásitos en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, causa cerca de 600.000 fallecimientos al año.
Cualquier persona es susceptible de sufrir una infección por parásitos. Solo es necesario estar en contacto con el parásito e ingerirlo o incluso aspirarlo. Una vez en dentro, este empezará su ciclo vital y colonizará el intestino.