La mala digestión no es siempre la culpable del dolor de estómago después de comer

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La mala digestión no es siempre la culpable del dolor de estómago después de comer

El dolor de estómago después de comer es debido, generalmente, a una mala digestión porque nos hemos dado el atracón. Sin embargo, puede haber otras causas que requieran atención médica. Te explicamos cuándo es normal y cuándo debes acudir al módico.

Que te duela el estómago después de ingerir una comida cuantiosa, como ocurre en Navidad, es muy normal. Es debido a que nuestro sistema digestivo no está acostumbrado a tanta cantidad y tiene que hacer un sobreesfuerzo. Pero si el dolor no pasa o se vuelve muy agudo e insoportable, es mejor que acudas al médico. Hay otros problemas que causan malestar o dolor abdominal y que requieren atención médica.

Digestión pesada

En Navidad solemos consumir mucha comida, los alimentos son más grasos (fritos, estofados o guisos con mucho aceite), hay más salsas y suelen estar más condimentados. Tampoco respetamos los horarios, podemos pasarnos muchas horas sin comer para después darnos el atracón o, directamente, nos saltamos las comidas. Todo ello hace que el aparato digestivo se resienta, la digestión es más lenta y pesada y se puede producir un problema muy habitual en las unidades de urgencias de los hospitales. Se conoce como ‘transgresión dietética’ y los síntomas son la plenitud postprandial o digestión pesada.

Por otro lado, al comer más, deprisa y sin masticar, el estómago tiene que hacer doble función: por un lado tiene que triturar lo que los dientes no han masticado. Por otro, al encontrarse con mayor cantidad de comida debe segregar más ácidos y la digestión también se vuelve más lenta. Por si fuera poco, cuando comemos rápido y sin prestar atención el sistema que regula la saciedad no funciona correctamente. «La hormona leptina no avisa al cerebro de que estamos saciados y por lo tanto comemos más. ¿Resultado? Atracón y malestar digestivo.

¿Y si es algo más serio?

Esos excesos con la comida también pueden favorecer que otros problemas que ya tenemos den la cara. «Es frecuente también que acudan pacientes con cólicos biliares o pancreatitis. Comer en exceso y pasarse con el alcohol los pueden desencadenar.

Entonces ¿cómo distinguir si se trata de una simple indigestión o de un problema más serio? El dolor nos dará la pista. Todos hemos tenido en alguna ocasión una digestión pesada, sabemos identificarla y, además, suele remitir al cabo de las horas. Pero cuando duele más de lo normal, sobre todo en el lado derecho del abdomen, no remite y/o tenemos vómitos y náuseas podemos pensar que se trata de un cólico biliar. Si el dolor es muy intenso y se torna casi insoportable podría ser una pancreatitis.

Ambos trastornos, aunque sean muy dolorosos y te asusten, tienen muy buen pronóstico, pero deben ser tratados en el hospital o en el centro médico. «Con medicación y unos días de dieta blanda.

Me arde la garganta

Otro de los problemas habituales durante estas fechas es el reflujo gastroesofágico, sobre todo si se come mucho y los platos son muy fuertes y están muy condimentados. Se conoce comúnmente como ardor y se produce porque los ácidos del estómago pasan al esófago. Normalmente se calma con un antiácido. Si no es así y este síntoma es muy recurrente, es conveniente que sea valorado por un médico.

La dispepsia funcional también es un trastorno digestivo frecuente en Navidad. Es una molestia que se localiza en el tracto digestivo alto. Algunos pacientes pueden experimentar dolor, hinchazón, acidez o náuseas. Tras una valoración se puede comprobar que no hay ninguna causa orgánica que lo justifique. Simplemente se da porque se come muy rápido, se hace la digestión muy lenta o se comen cantidades para las que nuestro estómago no está habituado. Tampoco es un problema serio y con una dieta suave o un tratamiento como el omeprazol se mejora.

La siesta no ayuda

Aunque puede ser lo que más nos apetezca después de la comida, echarse la siesta hará que nos levantemos más pesados, incluso con dolor de cabeza y con acidez. ¿Por qué sucede? Al dormir todo nuestro organismo se ralentiza, incluso la digestión. Además, al estar tumbados, facilitamos el paso de los ácidos del estómago al esófago produciéndose esa acidez característica de estos días.

Lo ideal es que demos un corto paseo después de comer. Así activamos la circulación y ayudamos a que nuestro cuerpo digiera mejor los alimentos. Si no podemos resistirnos a echar una cabezadita, lo mejor es que lo hagamos sentadas y no más de veinte minutos.

¿Y si es una intoxicación?

Este es otro de los motivos por los que nos puede doler el estómago después de comer pero no es habitual en Navidad sino en otoño o en verano. Sin embargo, te puede pasar si has comido algo en mal estado. ¿Las consecuencias? Dolor abdominal, diarrea, vómitos y, a veces, fiebre. Dependiendo de la gravedad y la severidad de los síntomas puede ser necesario el ingreso hospitalario para un tratamiento sintomático y la administración de suero intravenoso para restablecer los líquidos perdidos y evitar la deshidratación.

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